6 años después, el IBP, sigue enamorado de Hubert Selby Jr. y detesta a Mr.Like
Hace
ya seis años, que me enrollé la manta al cuello y con la ayuda de la mejor
persona del mundo, puse en marcha el Inquietante Bypass. Sepan que no soy muy
de celebraciones, ni de escritura personal, ni de la autoayuda, batallitas de
chaveas, y por supuesto, mi horrenda empatía social —in person—, que sólo he
superado con psicoestimulantes, a lo largo de mi primer cuarto de siglo. Sin
embargo, conseguí que mi vida fuera como yo quería: nada de deberle favores a
nadie, ni compromisos fraternales. Puedo decir que he hecho lo que me ha salido
de los huevos. Eso, sí. Sin dejar de lado mis obligaciones contractuales. Nunca
he nombrado a mi familia porque no la tengo. A ver, si la tengo… ¡Demonios!
¿Quién no tiene familia, en este mundo? Aunque, haya sido tu esclavista o
maltratador de turno. Una pena, pero claro ese estamento no se elige, se
impone. De ahí, mi amor inconmensurable por el gran, Dickens. Me considero un
engañado, a todos los efectos. Desde el salto de la placenta de mamá, hasta el
lomo de la rana de S. Antonio. Pasando por el fórceps de un obstetra con Celtas
emboquillado, pegado a sus amarillos labios, y bigotito falangista, en 1966.
Hasta una reanimación cardiaca, debajo de un enrobinado grifo, que chorreaba
gélida agua. Afortunadamente, hay algo que me hace feliz, me ha dado mucha
felicidad y ha sido mi mejor compañía; el sexo, el dinero y las drogas. El
dinero está ahí, no muy lejos. Si trabajas duro, tendrás tu recompensa. Yo he
ganado dinero, como me lo he pulido. Una Minipipmer sin tope de voltaje. Y eso,
no ha sido nada, comparado con el subterfugio de los jodidos daños colaterales.
No. Sres. No conté con ello y de allí, mis malditas penurias. Nunca creí lo que
me pasó hace ocho años y menos aún, como me puede estar pasando a mí. ¡Joder! Todavía,
sigo sin creérmelo… La putada es que no puedo, ganar dinero como antes. No
puedo entrar al campo de juego. He de resignarme, a la realidad, y ese escenario, donde lo vital es apestosamente terrorífico. Sólo quieres desaparecer. A ver, que no me vean en estas últimas letras,
escorzos de lloriqueo o moquear. No me quejo, no me gusta el postureo de la
lamentación. ¡Cojones! Ahora no puedo ganarme la vida con mis manos. Ya, que sí, que lo sé. Lo entiendo. Síí, medio mundo se muere de hambre para que los acomodados
europeos occidentales den la murga. Como estoy de aniversario, se joden y la
aguantan. Me crie en un barrio, donde la gente madrugaba mucho para ir a
trabajar y las madres hacían cola en el Mercado Central para traer un poco de
morralla a la cocina. Un lugar, donde existía un respeto hacía, la edad. Los
gerontes tenían galones y sabían de la vida; se les admiraba. En la calle, los
colegas estaban a medio camino entre el mundo quinqui, la heroína, la cárcel y
la movida: Una estafa de Tierno Galván, pero era tan cool que comparado, con la
acera de enfrente, pues hasta tenía su puntito. En el fondo, un hombre sabio, viejo y muy tierno. Dentro
de ese colectivo, de ancianos mayores, estaban los que habían tenido sus
problemillas con la ley. Es decir, entre ladrones, los códigos existen. Y al abuelo
más gamberro, se le respetaba. Bueno, iba a Roma, con su pliego al Papá. Yo era
un estudiante modélico de unas notas magníficas, hasta que dejé de serlo. Tenía
mucha suerte, con lo del estudio, pues no estudiaba nada y me acordaba de todas
las frases, los versos, las formulas matemáticas y las figuras literarias. En esos escasos segundos que, había leído el libro de turno, me colgaba otro notazo en el examen. Hasta que
la memoria se empieza a marchar. Se escapa como el confeti de una noche de fin
de año. El otro día mirando mi colección de cajas vintage de los mejores
Maltas, me di cuenta que la de Bowmore, tenía unas anotaciones, donde se leía
títulos universitarios e idiomas. La abrí y me quedé exhausto. No me lo podía
creer, tendría que pasarme un día entero para introducirlos en una base de
datos. Mi casa está llena de libros,
casi todos comprados en librerías de lance, rastros u ofertas de saldos. Siempre
pensé que con una licenciatura, o dos, la gente te abriría una puerta y te
miraría mejor, esgrimiendo debajo del brazo un título firmado por el gangoso matadumbos Borbón.
Yo
crecí en un tiempo y un barrio, donde las familias eran tan pobres que le
decían al vecino; mi hijo es abogado, eh! Claro, que tiene su lógica. Aquellas
personas nunca pudieron leer ni un solo libro. En el fondo, es una gran estafa,
lo del título de matadumbos. Todavía recuerdo el día que llegué a la universidad
—uno estaba encantado— menuda breva. Trajeado como Patrick Bateman. Olía a
Ferragamo y pisaba con fuerza mis Clarks. Un 127 Fura, en la puerta y un montón
de nenas “Ñan”, que me miraban. No había muchos tíos de 25, todavía quedaba un
mes para los 26. Ah!, aquel aspecto aniñado y guapín que daba propinas al
camarero del bar de la facultad y pagaba las copas de criaturas que, llevaban
la mochila del Corte Inglés pagada, con los Valecortys, de sus viejos. Era el
puto amo. Y batí un record. Menuda máquina: trabajando y estudiando 5 años
seguidos: me licencié, con tesina y una tesis doctoral que no quise leer,
porque la quemé, tras una noche de farra hasta el amanecer. La quemé en un
descampado con una botella de Jameson en la mano. Borracho como una cuba, reía
y reía delante del fuego. ¡A la mierda! La cuestión es que no paraba, también
compaginé un Máster de dirección de cine, guion y producción, que por cierto lo
organizaba gente del ESCAC y una universidad palmera que pone la mano. No
recuerdo bien, el nombre, hay tantas, como setas. Sí, esos bolos que se montan
algunos de los que tan efusivamente, y a día de hoy, pintan canas por las redes
sociales con sus retoños. Como Amancios, en
su cumpleaños. ¡Qué tal chico, cómo estás...! Y se exhiben, Ahora, cuando, lo
ven a uno, dócil y viejo. Desconchado, por las cicatrices de los quirófanos y
convertido en un ser sin vida por el dolor. Todo el mundo siente pena y esa
lastima por el descalabro. ¡Grande Wilder, a patadas por las escaleras! ¡Qué
lejos quedan las promesas envueltas en oro y lentejuelas! A ver, un segundo,
que tengo que tomarme una cápsula de morfina y un zumo. Sigamos, ¿por dónde
iba? ¡Ah, sí, ya recuerdo! Un par de años antes de entrar en la facultad,
comenzó mi primer gran intriga por el cine. Sí, aquello fue un escándalo, de
cojones. Al lado de la pija, más guay del sagrado corazón púrpura redentor, no
soy muy devoto. Será porque pude elegir entre ética y religión. Poca
diferencia, la maldad las separa seis grados, en el limbo. Ahí, comencé otra
estafa relacionada con el cine, donde aparecían gentecillas de la divina
cultura de esta villa fallera. Desde gente que ganó un Goya, pidiéndome una
correa, pues se le caían los pantalones. Ahora, el cabrón agarrado como un chinche; no se pintaba una línea de la papelina que llevaba en el bolsillo.
Cosas de aristócratas antisistema. Estaba fuera de órbita. Desde que tuve que
aguantar una noche, a ese hijo de la gran puta borrachín, de Córdoba. En el
rodaje de un cortometraje, me ponen de nani de guardería en el café de la
Infanta. Menudo elemento. Por cierto, con la ley actual ¿Se le podría aplicar
los cargos de acoso y violencia de género? ¿O lo acosar, a un tío no es acoso?
Creo que los The Goya Corporation, me señalaron de por vida. Ahora, la vida da
muchas vueltas y entré en un bombo de la champions league. Donde, yo terminé
metiéndole el mejor gol, de mi vida, a todos estos niñatos de Papuchi y
Mamuchi. Como lo de escribir, no se me daba mal. Alguien, a quien le tengo un gran respeto dijo; lo haces un rato bien, criatura. Hay gente que te mira con buenos
ojos. Ahora, es el presidente de mi club de fans del IBP. No todo va a ser hulla de Ponferrada. Habrá gente que les joda escucharlo
y otros se la sudará. Luego, están los que lo dicen todo con la boca pequeña y
los ojos ensangrentados. Lo siento, pero no tengo la culpa de escribir y follar
como los ángeles de la Capilla Sixtina. Los ángeles follan, y no es mentira,
hasta Versace lo dijo, antes de ser asesinado.
La
cuestión es que escribí un guion. Aquel guion era para un formato televisivo de
concurso. Tuve una idea cojonuda y la cosa, como el que no quiere, fue un
pelotazo. El episodio piloto hizo un gran share. Algo que yo detestaba. La cuestión;
es que la productora —que gestionaba el programa— no quería que yo tuviera la
autoría y el copyright de aquel sarao. Y dije: Puta madre! Nos fuimos a pleito.
Como me la traía floja aquel mundo, de chilicuatres, del postureo
digital. Accedí a negociar en una habitación, una suculenta compensación
económica. Así como la entrega de todos los derechos de autor. Se lo quedaron y
felices con unas perdices los perdí de vista. Querían darme la mano o besarme
el culo… Yo solo quería marcharme lejos… Ese guion es la idea original de un
programa que —a día de hoy— se emite en más de 50 países. No me quejo, eso sí.
Mi picapleitos que es una de las personas, a las que más quiero, junto con mi
asesor fiscal. Me dijo que estaba loco de atar. ¿Por qué vender algo que lleva
20 años siendo la gran mazorca de la TVs? Te lo dicho mil veces, Isidro:—No me
gustaba, esa mierda. Yo quería hacer cine. Irme lejos de este puto país, cuando
se muere mi madre. ¿Inoportuna? Puede. La vida y fatalidad, separadas por un
instante muy efímero. Una tragedia más, que metes en tu mochila, y se carga con
ella. Fue un época convulsa y compleja. El dinero se consumía. De repente, cogí
el teléfono. Al otro lado, del hilo telefónico, el depredador de Isidro. Él
sabía lo de mi madre y con lo que ganó de la comisión del affaire del guion.
Nunca ha dejado de llamarme y preguntar por mi vida. No obstante, Isidro, me
llamaba para decirme algo muy jugoso:— ¿Oye, Jon, si no quieres ser guionista famoso,
podrías trabajar como escritor negro…?—Ah, pues, tío. Tiene buena pinta. Va a ser que sí. Me
consiguió un contacto con una agencia que necesitaba un escritor con estilo y
oficio, para ser Ghostwriter. Así, hasta llegar a la edad, de todas mis
desgracias, 43 años. La edad de mi eterno amigo Tony Soprano. No lo puedo
evitar, pero lo echo mucho de menos. ¿Ven por qué sigo mustio y muy jodido?
Lógico.¿No creen que podría estar ganando un pastuki? Luego, está lo de esta
chica, rubia, que manda en Madrid y al parecer quiso hacer un Máster, como el
sujeto, Blasito. A ver, se acuerdan de la botella de Malta de Bowmore, claro
que sí, con lo bueno que está. Da la casualidad, que como no había tenido bastante
con la arqueología, la prehistoria, el cine, los putos guiones y el mundo
negro. También hice un Máster de Periodismo y estaba en la cadena de los curas
de becario. Tenía muchos tacos y la gente me llamaba el becario científico, por
lo de los espolones. Los chavalitos pagaban un pastón como la Cifuentes
(perdón, ella no) para hacerlo y poder hacer prácticas gratis. ¡Hay que joderse!
Venga, ya! Investiguen las universidades que son cómplices de esta mierda. Les
gusta el dinero, tanto como a servidor. En ese Máster conocí a Blasito, que sin
tener la licenciatura de Periodismo, acabó siendo un tipo muy importante en la
consejería de cultura de fallerolandya.
No
digo, sus apellidos y demás, porque esto lo tendría que hacer los de la prensa
levantina. No confundir con los cachas. Y ya saben, que el dinero, es esencial
para mí. Luego, no tengo ganas de joderle la vida a ese cabrón, al cual le hice
hasta el trabajo de fin de Máster y tropecientas mil asignaturas. Bueno,
dejémonos del puto Blasito y vean cómo se las gastaban, en la capilla del micro de los
curas. Llego allí y me dan un plumero y una caja de folios. ¡A la
fotocopiadora, campeón y nos traes dos aguas con gas! Pasaban los minutos y a
las dos horas, aparece una chica con cara de angustiada. Me dice:—Oye, chico,
que te llaman del estudio central. Allí, que voy yo. Mi voz, al igual que mi
entrepierna; suena muy viril y sexy. La cosa como el que no quiere, se mascaba en el ambiente, apuntaba mal pálpito. Aquel
corral tenía un gallo grande y viejo, al que mi intervención —“in live”— lo
hizo polvo cuando entré en antena. Y se las ingenio, para decirles a los de la
dirección del máster; que no era la persona indicada para trabajar en radio. Yo
antes de marcharme le espeté: ¡Ud. es un envidioso! Lo lleva en la cara.
“Arrieros somos, y en el camino, nos encontraremos.” Me marché muy enfadado,
enfadadísimo. Supe con los años que, al payo, le dio un infarto, como el que me
dio a mí, de los masivos. Realmente, muy jodidos y letales. Empero, él se murió.
Lo siento, yo no le deseaba la muerte. Ni se la deseo a nadie. Sólo un par de
hostias públicas o unas disculpas… Ahora hay un Máster de radio con su nombre y
una placa. Los niños y las niñas bien que estudian periodismo en la privada
pagan por hacer prácticas en la silla del rey de la radio fallera. Como diría
mi amado Hubert SelbyJr. He tenido una vida realmente, muy literaria. En 2002,
Selby entregó a la imprenta su último trabajo, porque ya no tenía vida pública.
Atado a un tubo de oxígeno, había dejado de dar clase y padecía una terrible
depresión. El bueno de Selby murió en abril de 2004 por la jodida necrosis
pulmonar crónica, que soportaba, desde sus tiempos mozos en la marina.
Curiosamente, Hubert rechazó la morfina durante sus últimos días de hálito.
¿Entienden porque me gustaría escribir como Hubert Selby Jr? No hay escritores
como él, ni los hacen ni se fabrican. Es muy difícil ver algo tan sui generis,
como aquel genio. Recordaré aquella reseña que escribió para L.A. Weekly: “Lo
extraño, en realidad, es que todavía estoy vivo, y que periódicamente puedo
publicar un libro. Creo que tiene que ver con aquella sentencia de muerte que
me dio el médico cuando era joven. Que se vaya a la mierda, pensé entonces.
Nadie me dice lo que tengo que hacer”. Durante estos 6 años, el IBP, en
realidad se le debe al coraje de una mujer extraordinaria, que me empuja a
ponerme delante del ordenador. Aunque, sea en una silla de ruedas. —Escribe,
Jon. —No cielo, yo no soy escritor. Para ser escritor se necesita el arte de la
disciplina y la técnica. Y yo nunca he sido disciplinado, aunque tenga mucha
técnica. Está claro que soy una causa perdida. No tengo miedo a la muerte, sólo
a no verte nunca más. Eso si que me da auténtico miedo. Aquí me he sentido libre y escribo cuando puedo, sin
presión. Escribo de lo que quiero, siempre con el cine por delante. El dinero,
nos da la libertad, para elegir ser muchas cosas. Lo peor, es tenerlo y no tener
salud. Es obvio, cuando no tienes un céntimo no haces la declaración de la renta.
Por cierto, no le den un like, al post. Pues, me importa un pimiento, Mr. Like. Y todos sus negocios de venta de datos; cuando cagamos, follamos, nos cepillamos los dientes o nos vamos de vacaciones. ¡Qué le den a Mr.Pulgar! Empero, si les ha gustado mucho, tendré que seguir escribiendo hasta que me
encuentre en un bar muy canalla con el karma de Selby Jr. Palabra de cardiopata.
Dedicado a Steven
Bochco diciembre 1943/abril 2018 In Memoriam
Fotogramas adjuntados
Fotogramas adjuntados
Hubert
Selby Jr: It/ll Be Better Tomorrow (2005) by Michael W. Dean& Kenneth
Shiffrin
The
Big White (2005) by Mark Mylod
Man
of a Thousand Faces (1957) by Joseph Pevney
I
love You Phillip Morris (2009) by Glenn Ficarra& John Requa
0 comentarios: